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lunes, 19 de abril de 2010

Escribir...

Escribo desde chica, diarios íntimos, poesías tristes, cartas interminables a mis amigas, a mi marido, que nunca les entrego. Suelo escribir pequeños cuentitos cuando doy alguna clase, me gusta relatar pequeños momentos de mi vida desde el humor para introducir a los niños en algún tema o simplemente para mí, para que queden encerrados en un cajón de la mesita de luz o en un una carpeta que casi nunca abro en la PC.

Pero siempre, siempre, siento mucha vergüenza que alguien lea lo que escribo, a menudo pienso que quienes no tienen un contacto íntimo con la escritura ajena, no podrán comprender lo que significó en ese momento para mí escribir eso, y que quienes lo tienen considerarán lo mío como algo banal e intrascendente, carente de estética y forma literaria alguna, sin embargo, no puedo dejar de hacerlo, de volcar en un papel lo que pienso, siento y creo.

Lo que más me gusta es esa ambigüedad que me provoca escribir, la angustia de mi mediocridad matizada con el placer plasmarlo.

Esto es de manera resumida lo que me pasa a mí, una mujer adulta con la escritura, ahora me pregunto: ¿Cómo canaliza estos sentimientos un niño en edad escolar?

Cuando les dije a mis alumnos de segundo grado que escriban una rima que después entre todos íbamos a armar una poesía, uno me contesto: “Seño, nosotros no podemos hacer eso, ni siquiera vos. No somos escritores”

Tal vez, nos cuesta desterrar, sobre todo a mí, que solo los otros escriben.

SJR.